lunes, 1 de diciembre de 2008

Historias de rugby


Podeis leeros este texto tan, tan entretenido si teneis un ratejo libre.


El rugby es como la mafia, pero sin asesinatos. Está basado en la lealtad, el honor, la conciencia grupal, los ajustes de cuentas, el tráfico de sustancias y los parentescos inventados. Es una famiglia. Sobre todo en la delantera, aunque se han documentado casos de amistades morganáticas con la gente de la línea, esa gente. Conforme el número de la espalda crece hacia el 15, aumenta la desconfianza de los delanteros, que componen la infantería con traje y corbata negros, como reservoir dogs. La vida debería ser como una melé, pero con colonia para niños. No hay caretas y todo el mundo se conoce bien. Al que se pasa de la raya, se le ajusticia en la siguiente ocasión de forma que parezca un accidente. Los demás callan, otorgan, participan o calculan dónde y cómo reparar los daños. La ley del silencio la entiende todo el mundo. Hay que descreer de los delanteros que hablan con el contrario.Fuera de la melé, el universo se torna voluble y desleal, y cualquiera sabe que conviene desconfiar de sus normas y aún más de la corrección política: que ahora no se puede pisar y que el balón tiene que salir rápido por el bien del espectáculo. Esas cosas. Fuera de la melé, todo el mundo es un extraño o se comporta como tal.

El 10 suele venir de otro país, de otro rango social, profesa religiones de moda y bebe Aquarius después de los partidos. Su única posibilidad consiste en haber nacido en Ejea, aunque su apariencia continúa siendo extraña porque se comunica en ese idioma que se habla en Ejea y que sólo le entienden sus paisanos y el 12, su lugarteniente, el tipo feroz que le hace el trabajo sucio. Nuestro 10 es de Ejea de los Caballeros, un lugar repleto de truhanes: por eso juegan tan bien al rugby. Truhanes y caballeros. Las labores del 10 en el campo se reducen a cuestiones funcionariales o de poco calado, como recitar contraseñas numéricas, hacer extrañas señales con los dedos por la espalda a los chicos de la diagonal y utilizar términos como cruz, salto, falsa o toda, convenientemente mezclados para impresionar a los que le escuchan. Cuantos más balones se le caen, más aprecio le tienen los delanteros, que se dan el gusto de volver a la melé. Además de eso, el 10 patea a palos siempre que no haya un delantero que pueda hacerlo, lo que suele ser raro porque en el paquete menudean los superdotados.

El 10 acostumbra a quejarse de que los delanteros se interponen en la línea de pase entre él y el 9. Y amonesta a los que lo hacen, explicándoles la necesidad de mantener limpia esa vía de salida. Los delanteros asienten y por dentro sonríen. Todo el mundo sabe que se trata de un comportamiento deliberado: el 9 sólo debería abrir la pelota cuando los delanteros lo decidan o se hayan divertido lo suficiente con sus tuercas y tornillos, jugando al enredo con los cuerpos y la pelota. Hacerlo al revés constituye otra de las muchas perversiones que el espíritu del juego ha sufrido desde su nacimiento.El 12, el primer centro, puede ser el único jugador que un delantero respeta en toda la línea de tres cuartos. De hecho, juega en una posición envidiable si no fuera porque no participa en las melés.

Dicen que hay un segundo centro, pero no está demostrado. Así como podemos constatar la existencia de dos pilares, dos segundas (que entre los dos no suelen hacer medio), dos flanker y dos alas, la existencia del segundo centro, sospechamos, no pasa de ser una formulación teórica de los entrenadores, que han inventado la figura para desconcertar a los que juegan y sostener así su presunta ascendencia sobre el grupo. Si el segundo centro de verdad existe, constituye un ente innombrable y el sentido de su vida consiste apenas en darle conversación al ala. Nadie ha confesado jamás haber hablado con un ala en el campo de juego, por tanto el segundo centro no existe. ¿De qué se habla con un ala, en cualquier caso? Si te los encuentras en el tercer tiempo te parece estar metido en un ascensor y sólo se te ocurre comentar el tiempo: “Qué buen día hacía hoy para jugar, eh”. Cuando los ves pasar cerca en el campo, a los alas dan ganas de preguntarles por la familia: si ya se casaron o qué tal están sus padres.El 12, sin embargo, es otra cosa.

El primer centro o inside pasa el tiempo en una violenta dicotomía vital que consiste en chocar contra las paredes y aplastar a los hombres. No se les puede dejar solos en una habitación y suelen dormir en cuartos mal ventilados. De ahí sus angustias. Morfológicamente, el 12 tiende a una engañosa redondez corporal y acostumbra a sufrir el síndrome de la bala de cañón: cuando se lanza en velocidad quiere arrancarle las piernas al que se cruce. Como buen depravado, le gusta sufrir y hacer sufrir. Aspira a placar y a que lo plaquen. Digamos que querría hacer las dos cosas al mismo tiempo y en cada jugada, si fuera posible. Es sexualmente hiperactivo y aficionado confeso a las parafilias. Tiene peligro dentro y fuera del campo. Fuera, hay que vigilarlo de cerca: lo mismo trata de intimar con una menor de edad que con el tercera de su propio equipo. En el campo son gente válida. Sí. En su psicopática mentalidad, el ideal de vida consiste en esta jugada: recibir la pelota, enfilar al apertura contrario, derribarlo, ponerle el sello en la frente al 12 rival, derribarlo, convocar a un par de terceras del otro equipo a la fiesta, cruzarles el codo en la boca, derribarlos y, cuando entrevé que el zaguero opuesto viene al cierre con intención de placarlo, soltar la pelota al primer amigo que pase por ahí, dejándose las manos libres para chocar felizmente contra el 15 o el muro del final del campo.

Los primeros centros suponen casos extremos, muchachos que quieren placar también en el ataque y se las arreglan para hacerlo, aunque sea a costa de la lógica del juego. No faltan los que, cuando tienen la pelota, en lugar de buscar el intervalo que hay entre los hombres, buscan a los hombres que hay entre los intervalos, llegando a retroceder en busca de un contrario o ajustar la carrera para dejarse alcanzar y así poder atizarle a gusto al defensa. Naturalmente, un delantero ha de animar este tipo de comportamientos y aun ensalzarlos. También porque el primer centro observa la decente costumbre de romper cerca de los agrupamientos, lo que siempre es de agradecer. En fin, hay que reconocerlo: el centro es un hombre. No es un delantero, pero es un hombre. Todo no se puede tener.Otro de sus méritos es que está a tres números del zaguero, un tipo despreciable al que le gusta jugar con el pie, se mancha poco la camiseta y suele ser guapo. En ocasiones marca ensayos pero casi nunca es el hombre del partido.

Por las noches, el zaguero gimotea en su casa porque no comprende esa contradicción: ser la estrella y que nadie lo reconozca. A menudo, los primeras líneas incluso ignoran cómo se llama el zaguero de su propio equipo. Cuando el entrenador recita la alineación, el primera línea se queda en el cuatro o el cinco. El resto de nombres apenas los oye. Está todavía calculando las señas verbales que ordenan las touches, en su inútil intento por memorizar si en las de campo propio que saca su equipo entran cuatro, cinco o todos, si hay mol, peel off, ruptura de la primera torre, pase a ras o palmeo al nueve. Por eso, porque tiene cosas mucho más importantes de las que ocuparse, asuntos que conciernen de verdad al bienestar de la familia, ningún primera línea que se precie recordará jamás el rostro del 15 contrario. Así como los leones y felinos depredadores poseen una visión con una delgada franja de enfoque horizontal, que les permite localizar a sus presas en el horizonte pardo de la sabana, la naturaleza ha dotado a los primeras líneas con una variación óptica: la profundidad de campo de su mirada es mínima. Enfocan al morrillo del pilar opuesto, la carne que rodea los trapecios y las zonas erógenas del cuello y los parietales, donde uno intenta hacer diana. O sea, hacer daño cruzando un cabezazo. La ciencia no ha explicado todavía esta particularidad de los primeros líneas.

Los demás prefieren reírse de ellos y explicar que los balones se les caen de las manos porque son lentos, torpes o tienen un dedo del tamaño de dos. No es así: es que no ven, sin más. Los primeras viven en estricto primer plano y son felices con eso. Nunca han visto a un zaguero salvo en el vestuario. En el tercer tiempo, el tipo que jugó de 15 es como el público de la grada: gente a la que le gusta ver rugby, pero no les apetece llenarse de barro ni que les den golpes. En el fondo, hay que agradecerles que vengan y aplaudirles al final en reconocimiento a su tangencial labor.Ahora hablaremos del medio de melé, uno de los casos más terribles en cualquier equipo de rugby. El 9 opera en el paso fronterizo entre la realidad y la ficción, la melé y el resto del mundo. Cuando el entrenador divide a línea y melé, los nueves siempre se quedan un momento parados, tratando de descifrar a qué lado deben ir. Esa crisis de identidad los afecta, a veces de modo fatal. Todos sabemos que, en conciencia, el medio melé viene a ser un proyecto de delantero al que la naturaleza no lo dotó como es debido: no le llegaron los kilos, la altura ni la inteligencia para jugar en el paquete. Piensa demasiado. Lo obliga su equívoca condición. Dicho sin ánimo ofensivo, el medio de melé viene a ser un transexual, un caso de hormonas equivocadas. Se comporta como un hombre, está musculado, acostumbra a ser recio y muestra arrojo, aunque todo en un cuerpo resumido, sin la expansión fisiológica de un auténtico macho de la melé. Su jugada preferida lo denuncia: en cuanto puede, se mete en el ruck y maulla de felicidad cuando, mientras auténticos hombres lo aplastan y rodean, oye gritar a los que se han quedado donde debería estar él: “¡¡¡No hay medio, no hay medio!!!”.

El pick and go consiguiente, que le da tiempo a levantarse y retomar sus obligaciones, lo devuelve a la realidad. El resto del tiempo va de aquí para allá detrás de los gordos y éstos le permiten que mande, que les diga dónde empujar y dónde no, siempre que no contradiga su propia opinión y les compre cervezas en el tercer tiempo. El medio de melé querría ser como los muchachos de la primera línea, por eso suele beber mucho y masticar con la boca abierta. Sus intentos pueden quedarse en lo patético. Los muchachos de la primera línea modelan sus cuerpos, ganan y pierden kilos con estupenda facilidad, saben bascular la barriga para diversión de los demás, satisfacen dos veces a las damas (cuando se ponen sobre ellas y cuando se quitan de encima) y, sobre todo, pueden dar de tetar a los bebés de su propio pecho. Además, cuando ya no producen leche porque la edad los ha traicionado, se van al gimnasio a endurecerse las aristas, mientras un endocrino les entrega una tablilla y les mide la grasa corporal. De pronto pierden 15 kilos y corren como si se hubieran comido una liebre. Los primeros líneas son longevos, juegan hasta los 40 y más allá. En la vida real, esa amoralidad metabólica de los primeros líneas contraviene la moda y da lugar a muchas opiniones. Es verdad que no pueden comprarse camisas en Zara, pero en el campo de juego su excelencia física supone una ventaja que se suma a otra de orden moral: los primeros líneas son los depositarios del rugby auténtico, original, primigenio y único. Eso no se puede negar...

En el principio, el rugby fue un pack de 15 delanteros en inacabables moles de los que nunca salía la pelota. Rara vez. Si salía, quedaba transgredida de inmediato la naturaleza lógica del juego. Para qué correr. ¿Para llegar antes? ¿Acaso no da más gusto llegar empujando? Recorrer 35 metros arrastrando cuerpos, triturando carne, pisando cadáveres… Eso es un ensayo. Los ensayos por velocidad, contrapié y combinación quedan bien para las chicas de la grada y los espectadores de la televisión. Qué diferente de esas alegres montoneras articuladas en la que doce sujetos se derrumban sobre la hierba en la zona de ensayo, entre bufidos, pedos y ladridos de pedregosas gargantas. Al levantarse, al menos cinco de ellos proclaman haber sido los autores de la marca: yo tenía un dedo, el mol lo inicié yo, sin mi empuje jamás habríamos llegado, árbitro apunte mi nombre, soy el uno, bien gordos bien. Y otro sonríe porque fue el autor intelectual: jugamos con el segundo saltador, mol estable y empujamos hasta los almendros, les dijo antes de sacar la touche.

En el Seminario, Angelito Largo definió las intenciones de una melé con esa frase: hasta los almendros, en referencia a los arbolitos que lindan con los campos de Tarazona y el fondo de la línea de marca. Quiere decirse que hay que pretar los culos y abrochar hasta perder la conciencia. Empujando hasta que se aflojen los esfínteres.

En el fondo, la familia descansa sobre los hombros de los primeras líneas. Todos lo saben y lo reconocen en cuanto se emborrachan y se ponen cariñosos. Porque la gente, ahí afuera, sabe que puede contar con ellos. Si alguien deja una cuenta pendiente, le meten una cabeza de caballo en la cama al talonador contrario. Muéstrenme un zaguero capaz de eso.

Extraído de http://ornat.blogia.com/

lunes, 29 de septiembre de 2008

Vinterhalvår

Jag vill bort, bort från det mörker som helt impregnerar min
själ Jag måste nog åka bort, jag tror Det är samma sak, varje år samma sak,
måste jag resa iväg Jag behöver sol

I want to leave, escape from this darkness that soaks my soul,
(I think I really need to leave)
It is the same thing, every year the same thing, I need to get out
I need sun

En sueco lo llaman vinterhalvår, y no es exageración.
No es un país éste especialmente dado a las exageraciones. –Lagom är bäst! me dijo un chico el sabado hablando del monopolio en la venta de alcohol “Systembolaget”. La palabra se oye cada día y no hay una traduccion al ingles o al español que pueda recoger su significado.
Etimologicamente vendría de “lag”, ley, en un sentido por supuesto consuetudinario algo así como un sentido común, que trata de evitar el exceso. Este golden mean aristotelico se vería en el estado de bienestar, su sistema impositivo sueco, sus subsidios, en la política de cuasi-racionamiento del alcohol o en el uso de medios no sangrientos para suicidarse.



Lagom är bäst motherfucker

Hoy hemos estado encerrados media hora en el metro. Un fulano odiaba los lunes aún más que yo. Vinterhalvår ya está aquí.

martes, 2 de septiembre de 2008

San Fermín Apocalíptico II (o cómo quedar a la altura del betún en mis predicciones)

A lo mejor a alguno le ha dado por preguntarse por qué coño no estamos muertos. Las respuestas son varias. Puede que no hayamos estado últimamente por Georgia, la Georgia in the mind del timonel que nos iba a conducir a la perfecta y pura dictadura del proletariado, esa justo que tiene una especie de Cataluña y País Vasco lindando con Rusia, ya digo que una especie de, no sea que los esencialistas, que me pueden comer la polla, se enfaden. Ya digo, ésa, y no la de Cincinatti, lugar aburrido donde los haya (imagino). También puede que no hubiéramos visto la anglosajonada del autobús que se marcaron en la ceremonia de despedida de los Juegos Olímpicos, en la que una tal Lena, o Leona, destrozó el Whole Lotta Love de los Led Zeppelin haciendo gorgoritos. Es lo que tiene que no salga un tío a cantarlo como si le estuvieran agarrando las pelotas con unas tenazas de bricolaje. Aunque hay que decir que, por lo demás, una ceremonia orwellianamente impecable, indistinguibles los miles de figurantes como si de autómatas se tratara, en la que incluso uno se preguntaba si Jackie Chan estaba allí realmente o era un muñeco que con un palo metido por el culo era manejado por otro chino escondido debajo. También habremos tenido la suerte de no viajar en un McDonell-Douglas 82 de Spanair con destino a Canarias y escala entre dos colinas pobladas con escasa vegetación.



El videojuego que arrasa al sur de Osetia del sur (por cierto, impagable toda la galería de fotos de si "el otro bando" hubiese ganado).


Cabe, bien es cierto, otra posibilidad. Quizás fue por consideración, buen gusto, o simplemente para dejarnos disfrutar el último verano, pero lo cierto es que los señores del CERN decidieron (o quién sabe si no lo habían decidido antes de mi aventurado pronóstico) no encender el LHC (que no es cosa de Joaquín Reyes y los de Cuenca, y si no pilláis el chiste no merecéis ser llamados la generación chanante). No me extenderé recordando lo obvio, tan solo apuntar que el Large Hadron Collider (Gran Colisionador de Hadrones) es la mayor máquina y más compleja construida jamás por el hombre, un acelerador de partículas con un recorrido de 27 km que impulsará a grandes velocidades partículas subatómicas para estudiar lo que sale de ahí y encontrar el bosón de Higgs para confirmar o refutar el modelo estándar, y recrear las supuestas condiciones que existieron en el universo unas milésimas de segundo después del Big Bang para seguir avanzando en la búsqueda de esa grandísima paja mental llamada Teoría del Todo que lograría relacionar la mecánica cuántica con la relatividad. Estoy hablando, en resumen, del chisme ese del que dicen que van a salir agujeros negros que se tragarán a la tierra.


Bien, maldita la gracia, pensarán los trabajadores de las distintas nacionalidades del CERN. Han conseguido que el nombre de nuestra amada patria luzca brillante en el estrellato deportivo. Que si la Eurocopa, el Giro, el Tour, el Tenis en general… Tal era la envidia e inquina del mundo hacia nosotros, España, que le quitan la medalla de oro a dos Borjamaris de vela para dársela a dos daneses que no iban ni en su barco, ni con su bandera, y por poco no le ponen un motor a reacción porque el viento no soplaba como a los niños les venía bien. Lo de que los negros de la NBA no pasen los mismos controles antidoping que el resto de mortales es más bien una muestra de confianza: Yo mismo le daría las llaves de mi casa a cualquier habitante del Bronx para que viniera a regarme los geranios y quitara el polvo de las alhajas de plata. In dubio pro reo pensaron en el COI, y si la cacicada de la vela ha colado, por qué no seguir… Y donde fueres haz lo que vieres, y si te acoge una dictadura comunista-capitalista y ni le mentas lo de los derechos humanos, pues qué quieres. También es verdad que quiénes son las segundas del medallero como para ir dando ejemplo de convivencia y libertad. O las terceras. O la puta madre que nos parió a todos.


Y la verdad al final viene a ser lo de menos. Que si la niña que canta no canta de verdad porque la que canta está gorda (osea, lo que viene siendo el playback que hace todo el mundo en todos los escenarios del mundo), que si las niñas de gimnasia artística son de 14 en vez de 16 (¿y quién coño ha tejido nuestra ropa? ¿Profesionales mayores de 25 años con formación universitaria? ¿Acaso nos iba a sorprender eso?). Lo critican los que no necesitan que se les controle los niveles de EPO porque si no no iba a quedar tan bonito el mate con saltito en la canasta, esos que este año han tenido que devolver las medallas de hace cuatro de Marion Jones porque para coger fuerzas no le bastaba con beberse un vaso de horchata. Por lo menos se dignaron a pedir perdón. Pero ya digo, aquí de lo que se trata es de que el regalo quede bien envuelto, y si hay que retrasar ejecuciones o llevarlas lejos de la capital para que no se quede todo perdido de sangre, pues se hace. Que si el avión iba bien pero luego es que no, y luego lo que resulta es que lo iban a cambiar pero que tampoco, pues se hace. Y si hay que llorar porque el hermano mayor de ese pequeñajo al que atacaste te mete los tanques en tu casa, se llora, y no será porque al hermano mayor no le joda, y mucho, que haya una tubería cargadita de oro negro que no pasa por su casa. Lo único importante, chicos, es salir sonriente en la foto y moverse lo menos posible. Puede que por eso a nadie le vaya importar una muestra de sinceridad, pero ahí va: Hasta el corvejón la metí por decir que el LHC lo encendían en San Fermín. Hasta el 10 de Septiembre no se acaba el mundo, muchachos. A ver si me da tiempo a terminarme el Full Metal Alchemist.

sábado, 16 de agosto de 2008

Filosofos

Se aproxima un libro sobre Filosofía, Ética y filósofos en los Simpsons, puede ser interesante como reposa-cabezas. Si alguien no me lo regale, quizás lo robe de la FNAC

http://www.elpais.com/articulo/Revista/Verano/Pienso/luego/mosquis/elppor/20080816elprdv_1/Tes

sábado, 5 de julio de 2008

Una historia triste

Hola niños. Hoy os contaré una historia, una historia muy triste, la triste historia de un equipo de fútbol, de su ciudad, y de sus tristes gobernantes.

Érase una vez un equipo llamado la Udeese que tiempo ha lo mismo le metía cinco goles al Barcelona que se jugaba el ascenso a primera en el segundo partido de la Promoción contra algún grande de nuestro fútbol como el Albacete. A la gente le ilusionaba y se iban al campo de fútbol a apoyar a un rumano que estaba en la portería y a gritar “¡uh uh uh!” cuando el balón lo cogía un negro. La Udeese aquella era una sociedad privada, y como toda empresa arrojaba sus beneficios y sus pérdidas. Durante años los directivos de la Udeese se lo llevaron crudo, pero llegó un momento en que el equipo dejó de ilusionar, dejó de llenar de alegría los corazones de los niños, dejó sin algo mejor que hacer a cientos de jóvenes neonazis que veían cómo su vida perdía el sentido de su existencia, algunos incluso se asomaron a su propio interior y al preguntarse cuál sería ahora su telos colapsaron sobre sí mismos; el equipo jugaba como nunca y perdía como siempre, cuya traducción directa de los pasquines deportivos viene a ser: jugaron como el culo, perdieron todo lo que podían perder, y a la gente empezó a importarle una mierda lo que hiciera la Udeese. La gente dejó de pagar sus entradas.

Los pobres empresarios descubrieron de pronto las bondades del estado del bienestar y de la intervención estatal, y así comenzaron a pedir dinero público para salvar al club, porque como es lógico hay que socializar las pérdidas y las ganancias, aunque casualmente de momento sólo habría pérdidas. Entonces, el dueño de la ciudad, un tipo de siempre buen humor, que gustaba incluso de reir en los momentos más adversos junto a sus oponentes, decidió intervenir para ayudar a los pobres empresarios. Para ello, iba a recalificar unos terrenitos junto al campo de fútbol, para que los pobres empresarios los pudieran vender y sacarse unas perrillas, y así de paso ayudaría a los pobres promotores y constructores, que en aquellos momentos también lo estaban pasando muy mal.

Pero hete aquí que los pocos aficionados que aún se ilusionaban con el juego de toque y de calidad de la Udeese se impacientaban, y comenzaron a insultar al pobre Señor de la ciudad cuando iba al campo de fútbol. Incluso aquellos pobres empresarios, movidos seguramente por el miedo de verse al borde del precipicio, decidieron hacer más sangre con el generoso Señor de la ciudad. Y entonces ocurrió. El dadivoso Dueño de aquella preciosa villa castellana compareció un día ante las cámaras, para decir que ahora no le salía de los cojones firmar la permuta para lo de los terrenitos aquellos, y no le salía de los huevos no porque el dinero fuera público y la empresa una sociedad anónima, sino porque le habían insultado, y ya se sabe que nunca hay que morder la mano que te da de comer.

Pero aún había un resquicio para la esperanza. Porque el opositor al Señor de la villa, un tal socialista, un tipo triste, pero triste triste, de esos que ves su cara en una foto y ya te entran ganas de llorar, un tipo tan triste que David Copperfield se reiría de él de lo triste que era su puta vida, aquel señor decía, después de escuchar al generoso y dadivoso Señor de la ciudad, dijo que aquello no podía ser así, que tenía que ayudar a los pobres empresarios, y si no lo hacía estaba actuando como un cacique dictador fascista. Y todo eso había que hacerlo así, no porque cuadrara con las teorías de algún materialista alemán loco con barba profusa, no, había que hacerlo porque “yo lo valgo”. Porque así, algún día la gran Udeese podría volver a traer la ilusión a aquella ciudad, volvería a llenar de alegría los corazones de niños y de insulina los de los diabéticos, llenaría de orgullo y satisfacción los marcapasos de los venerables ancianos con alzheimer de la villa que representaban un 60% de la población con derecho a voto, volvería a dar sentido a las vidas de los pobres neonazis que aburridos se dedicaban a dar hachazos en la cabeza de jóvenes descarriados, y el nombre de aquella ciudad volvería a sonar con orgullo por todas las demás ciudades del país, para que los aficionados de otros equipos más vulgares vinieran a nuestra ciudad a emborracharse y dejar su dinero a los pobres hosteleros, que también lo estaban pasando mal ahora con la crisis, y que indudablemente sería algo que revertiría en todos sus habitantes, para bien naturalmente.

Y si no ocurre tranquilos, porque el lunes es San Fermín, y al día siguiente se activará el LHC del ITER, y puede que sus agujeros negros destruyan toda la Tierra, y si no morimos por algún casual, pues comenzaremos a darnos cuenta de lo valiosa que es la vida y lo nimias que son las propiedades terrenales.


Y no me digáis que no tiene cara de triste, joder.

miércoles, 25 de junio de 2008

Nazis en macetas

Ésto es lo que yo llamo amor al prójimo, ecologismo y sobre todo, respeto a la ortografía (aunque no sea el más adecuado para dar lecciones)

miércoles, 18 de junio de 2008

Llueve en Coñolamido

Desde la ventana hoy la lluvia que mojaba las aceras de Coñolamido, una ciudad pseudónima para no levantar quejas, denuncias y vilipendios de vecinos pertrechados de horcas y antorchas.

El lenguaje estaba cargado, como el tiempo de la calle, era un bochorno verbal. Junto al horrible calor de junio, las palabras de la calle se habián esfumado entre vaporosos delirios de excentricidad literaria. Y con las mismas, pensado en que narrar y a la vez, pensando en que hacer, como Lenin. Me acordé de un guariche de antaño, fosilizado en la esquina de una calle escondida de Coñolamido.

Pense en callejear, sortear los caniches de la decadente sociedad de Coñolamido hasta llevar mis decalcificados huesos hasta aquel antro. No tardé mucho en averiguar el camino correcto.

El antro seguía haciendo honor a su apodo "el guarro", hacía esquina en un edificio, frente a una manzana derruida, por el flanco izquierdo un ventanal hacia la calle que subía del río, quizá una antigua cloaca medieval.
La entrada miraba hacia el solar derruido, amarillo por el amianto de los edificios cercanos, sobre la puerta un escape de humos corroido.

Una vez dentro miré la plancha de la cocina, situada inmediatamente a la izquierda de la puerta, estaba sucia, no esperaba otra cosa, pedí un pincho moruno, carnes ensartadas en lo que parecia ser el hierro de un somier estirado. Sobre la plancha vertieron algo similar a aceite de motor usado y una vez caliente, mi moruno. La pila de platos descascarillados junto a un cubo de plástico con champiñones a medio hacer.

El suelo oculto bajo montañas de servilletas, pan, lomo y panceta a medio terminar. De vez en cuando una especie de subhumanos subía desde los baños excavados en el subsuelo para nutrirse de estos detritos.

Dos camereros feos, con camisas pasadas de moda desde hace 3 décadas, uno con bigote y pelo echao para atrás, y fijado con la espátula de la cocina, el otro con pelo rizado, sin bigote, sin dientes. Ambos eran personajes cañís, los mejores galanes de una película de Torrebruno, los camareros de Ortega y Pacheco.

Pagué 1,80 con un billete de 5, me devolvieron 8 con 80. Hize mi acto de humanidad y devolví 5. Me fui, fuera hacía ya sol en Coñolamido

viernes, 13 de junio de 2008

¿Apoyamos a los camioneros...

El petróleo subiendo...

Y cada vez llueve menos y hay más sequía...

Y los tomates ya no saben como antes, y ni siquiera están rojos...

¡Y Zapatero no hace nada! ¡HUELGA GENERAL YA CONTRA EL GOBIERNO TRAIDOR Y MENTIROSO!


...o nos movilizamos contra los verdaderos responsables?



¡...y otro día hablamos del petróleo!

domingo, 8 de junio de 2008

San Fermín apocalíptico (ruega por nosotros, I)


El próximo 8 de Julio (si no me fallan los cálculos hechos de memoria sin contar siquiera con los dedos (y para los quisquillosos, la fiesta empieza el 7 de Julio, pero continúa durante varios días)), se activará el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN europeo, enterrado a varios metros bajo las tierras suizas y francesas. Se intentarán recrear las condiciones del Big Bang haciendo colisionar partículas subatómicas unos treinta millones de veces por segundo. El “problema” para algunos sería que se crearan unos pequeños agujeros negros que se tragarían el mundo entero. Teniendo en cuenta que un agujero negro es un objeto supermasivo de pequeñas dimensiones (algo no muy grande, del tamaño de una estrella como el sol), pero de una masa de varios soles muy concentrada en un espacio más reducido, y sabiendo que lo que vamos a hacer chocar son partículas más pequeñas que protones y neutrones, la probabilidad de que la tierra desaparezca absorbida por un agujero negro es ciertamente pequeña. Aún así, parece que un juez de Honolulu decidió hace unos meses admitir a trámite una querella impuesta por un par de iluminados.

Poco va a poder hacer un juez de Hawai contra un proyecto internacional subvencionado por miles de millones de euros y dólares. Lo que sí van a conseguir es que cantidades ingentes de indocumentados se opongan (simplemente de forma simbólica, claro, aunque perjudicando la reputación de miles de científicos) a la mayor máquina jamás construida por el hombre. Ya hay incluso quienes recomiendan permanecer en la ignorancia a cambio de no experimentar “por si pasa algo”. Todo esto me recuerda inevitablemente a los que claman por “no remover el pasado” cuando se mienta la posibilidad de que se reconozca que, a lo mejor, el franquismo no fue una época de extrema placidez para toda España.

Paradójicamente, lo peor que podría ocurrir en el LHC es que no ocurriera nada. Que no se detectara nada. Una de las metas del experimento es encontrar el Bosón de Higgs, que explicaría de dónde proviene la masa de las partículas. Sin embargo tampoco hay por qué terminar mandando a la mierda un acelerador de partículas de 27 kilómetros de recorrido solo porque no encontremos una partícula que a alguien se le ocurrió una vez que si existiera lograría cuadrar la teoría desarrollada hasta entonces. Para empezar, y aunque se haya gastado un dineral en aquello, nos sirve para confirmar o descartar la teoría. Y luego… bueno, ahí dentro se va a superar la temperatura que hay dentro de las estrellas. Es una gran oportunidad para estudiar la fusión nuclear, la que de momento existe, no los trucos de magia que nos ofrecen el paraíso de donde siempre mana vino de las fuentes y las personas tienen el culo luminoso.

El fin del mundo, en contra de lo que muchos creen, no vendrá de una gigantesca explosión, ni por la colisión de dos galaxias, ni por un meteorito asesino, ni siquiera por los discos de El Canto del Loco. Es un final mucho más humano, aunque habría que precisar que no sería el fin del mundo como tal, ni del sistema Gaia, ni de la biosfera. Afrontamos la desaparición de nuestra cultura, de nuestra civilización, por confiar simplemente en la “mano invisible” del capitalismo que tiende a equilibrar los mercados, o en otras palabras, por creer que el mundo es infinito.

Pero esta historia la contaré a su debido tiempo…

lunes, 2 de junio de 2008

De elfos y orcos

Me encuentro en Público con una interesante entrevista al historiador israelí Shlomo Sand. Importante recordar su procedencia (Israel) por cuanto dice: “El pueblo judío es una invención”. Bueno, el pueblo judío, y el francés, y el español… Sí, todo es una puta invención porque descendemos de organismos unicelulares que se mezclaron con otras células que pasaron a formar mitocondrias y todo eso…

Los más listos dirán que han descubierto que Michael Jordan es negro. Pero lo cierto es que han descubierto que Michael Jordan es cristiano. A esto exclamarán los fundamentalistas que es imposible, puesto que es negro. Joder, los cristianos son blancos y los negros juegan al baloncesto. Puede que todo esto sea casual, y si lo es, se acabó el negrocio, amigos (festival del humor).

Y en realidad el negocio es muy muy lucrativo. Imagínate, un día alguien coge un libro de ficción, más bien fantástico y un poco gore, y lo lee. Es un libro bastante conocido, casi como ese del carpintero que hace milagros. Y decide que lo cuenta el libro es histórico. Es decir, los orcos expulsaron a los elfos de sus mundos hace muchos muchos siglos, y ahora los elfos quieren regresar de donde los expulsaron, que es un sitio que puede llamarse, por ejemplo, Palestina. El problema grande surge cuando los orcos no quieren irse de su tierra, dicen que nunca expulsaron a nadie, y además les jode que les llamen orcos. Y es que los orcos, en realidad tienen razón. Aunque el problema todavía se agrava más cuando los orcos han leído otro libro fantástico que dice que los elfos con unos usureros, y se han enriquecido de esa forma, y además tienen una nariz enorme, y por ello, y porque prefieren otro libro al suyo, hay que acabar con ellos.

Aunque el lío, cuando se lía gorda, es cuando los elfos, que nunca han pisado ese lugar que llaman la Tierra Prometida, deciden irse a vivir a las casas de los orcos. Y luego se dedican a pegarse tiros unos y otros. Personalmente me jodería que alguien, no ya entrase en mi casa para vivir, sino que me expulsase de ella. Está encima la vivienda como para ir dando sustos.

Todo esto también me recuerda a cuando Peter Griffin quiere que su hijo se vuelva muy inteligente y haga mucho dinero. Para ello decide convertirle al judaísmo. Como si me embetuno la cara para ir a jugar al baloncesto, oiga. Eso se lo dejo al ADN de mis células y mitocondrias. Eso sí, si eres sudamericano, ya sabes que unos días tienes que montar en bici, y los otros días tienes que oler bien, pero nunca se te ocurra plagiar a Faulkner, a ver si va a tener que venir la Guardia Civil.



Y si quieres, cómprate el traje y vete a preguntar a alguien que por qué mató a su mujer. O regálaselo a Benedicto, que le haga juego con el tricornio.

jueves, 29 de mayo de 2008

Immer das selbe wenn man auseinandergeht

Sí, queridos y espontáneos (Larrake dixit) lectores de La Teta, he vuelto. Otra vez. Más o menos la decimocuarta, aunque debo reconocer que la interrupción de la tan interesante serie de “El Quinientoseurismo” se debió a factores totalmente ajenos a mi persona, tales como calificar a un oligofrénico por parte de algún licenciado como “El tonto del pueblo”. Porque será el tonto del pueblo, pero es “nuestro” tonto, porque vive más o menos cerca de mí, una reacción propia de hombres recios y con bigote, tostados al sol de la meseta. Algo muy español, para entendernos. El caso es que sin quererlo me fui dejando y dejando hasta perder la sensibilidad en los dedos, esa sensibilidad que me permitía atrapar las intensas emociones que precipitaban tras la ingesta de litros de Hefe-Weizen, y retenerla en mis yemas para luego darla a conocer al mundo, y que fue sustituida por el frío maquinismo del ingeniero que calcula datos y datos con hojas de Excel para encontrar la energía desprendida en forma de calor de un reactor, y terminar llegando al lugar de salida. El eterno retorno, o la máquina esta de almacenamiento de hidrógeno no funciona ni a hostias.

Después de mucho leer y poco escribir, todo lo que tenía dentro, enquistado entre células mucosas y plasma sanguíneo, es decir, mis ideas, tenía que explotar de alguna manera, y dando gracias de que no salpique. Por eso pretendo mantener un ritmo más o menos lento de publicación, pero ritmo al fin y al cabo, porque vomitar párrafos y párrafos sobre, qué se yo, el castúo, sí, se oye, se escucha el estruendo, devasta varios años luz como una supernova, pero luego no se vuelve a oir, colapsa sobre sí mismo, para acabar formando un terrible agujero negro internáutico donde los comentarios quedan pegados literalmente a su superficie, sin posibilidad de salir (dado que los comentarios vienen siendo información, y más allá del horizonte de sucesos ya no escapa nada, ni la luz). Publicaré cuando me de la gana, poniendo el acento en las corcheas que alegremente salgan de mi entrepierna, que es más o menos como en La Consagración de la Primavera: ahí no te encontrarás a un gitano dando palmas porque no hay forma humana de predecir por dónde va el ritmo, pero es continuo, fluye, fluye como aguas fecales camino de un sedimentador (no os quejaréis de las metáforas tan guapas que estoy escribiendo).

Por todo ello, y un poco lo demás allá, me doy la bienvenida al blog, y a continuación paso a contaros una cosa:

Reunidos aquí los presentes en este solemne acto, pasamos a despedir a nuestro antiguo dominio, ya difunto, Las divagaciones de B*s*l** en el B*ls*ll*, y encomendamos sus uerreeles a nuestro Señor Webomat quien ya lo ha acogido en su seno, el Paraíso de los Dominios. A continuación, y extraído directamente del Libro Santo de Webomat, el Libro de los enlaces al Amazon, entonamos todos juntos la siguiente oración, traducida aproximadamente por quien esto escribe:

SIEMPRE IGUAL CUANDO SE SEPARA

Oh, ¡hombres! Sí que soy feliz. Por fin tengo el coche de mis sueños: Un Citroen Berlingo. Sí, lo sé, nadie lo entenderá. Pero eso me da igual. Así es cuando uno es feliz. Entonces todo le da igual a uno. Mi abuela murió ayer. Da igual. Mi perro ha perdido una pata. Da igual. Mi mujer me ha abandonado. Da igual. Solo hay algo que me irrita. Ella se ha llevado todos mis discos de The Cure. Y la pata de mi perro. Normal que ahora también esté un poco enfadado.

martes, 27 de mayo de 2008

El doctor Arata salva al mundo

En la entrada anterior, como la hice deprisa y corriendo, se me olvidó acompañarla con las bellas fotos con que suelo decorar mis escritos. Aquí va una, y además en exclusiva.



El doctor Arata, o uno que se le parece mucho, demostrando la fusión fría: "...y cuando Mao se come las setas de Siberia...etooo...sube la temperatura...etoo...y sale como el kame-kamejaarr...es fusión"



La alumna aventajada del doctor, o una que se le parece mucho: "yo es que estudio medicina, ¿sabes? y las mujeres tenemos una hormona que metaboliza el alcohol... ¿que esto va de física?... a mí también me gusta la física... ¿en el pelo, eso blanco? no sé lo que es, jijiji..."

lunes, 26 de mayo de 2008

Hoy ha estallado la paz en el mundo

Menéame es un buen lugar de promoción de noticias, que escapa de la censura arbitraria mediante la “mano invisible” (¿otra vez Adam Smith?) de los usuarios. Lo malo de esto es que se les acaban colando noticias que por su especificidad requerirían de alguien con conocimientos para aprobarlas o rechazarlas. Es decir, que los que impulsivamente “menean” cualquier noticia sobre la paz en el mundo sabrán cuál es la capital de Canadá, o las diferencias entre maoísmo y trotskismo, pero brother, de lo que viene siendo la ciencia en general, ni puta idea.

Me he encontrado leyendo la portada con que un japonés ha realizado un experimento demostrando la fusión fría. De ser esto cierto, chicos, deberíamos ir a destrozar ahora mismo los huertos solares que tanto afean los terrenitos de los terratenientes castellanos, y tirar al suelo los molinos de viento asesinos de pájaros, y cerrar las centrales nucleares que impiden que seamos un 100% dependientes del petróleo extranjero. La fusión fría significaría que con un equipo científico similar al que teníamos en el cole podemos extraer cientos de miles de kilowatios. Los problemas de la humanidad solucionados mediante una botellita mágica.

Para ir aclarando conceptos: La investigación de la fusión fría es una pseudos-ciencia. Ya en el año 89, a unos reputados científicos como Fleischman y Pons se les hizo el vacío por inventarse una tontería. Para conseguir energía de fusión, que es la reacción nuclear (¡nuclear!, que no química) que ocurre en las estrellas, necesitamos vencer las interacciones nucleares fuertes entre núcleos de átomos: primero arrancar el molesto electrón de la corteza, y luego elevar la temperatura a varios millones de grados Celsius para que los protones y neutrones se fusionen creando nuevos elementos.

La demostración del doctor Arata no dista mucho de los rituales de la tribu de las ranas verdes para convertirse en algún animal, o ya más cercano, del ritual de brujería del obispo de Murcia invocando a Dios para que haga llover. El hombre va y mete deuterio (un átomo de hidrógeno que tiene, además del protón, un neutrón en su núcleo) a alta presión en un cubo en el que hay no se qué, y la temperatura aumenta a 70 ºC (suponiendo que están a temperatura ambiente, 21 ºC, ha logrado un aumento de 49 ºC) y dice que es debido no solo a la reacción química, sino a la nuclear. Espera que voy a ver si me lo creo. ¿Dónde queda el Helio que se tendría que formar al fusionar átomos de hidrógeno o deuterio? ¿Y la radiación en forma de neutrones cómo es que no ha convertido al doctor y a la gente que estaba con él en una masa sanguinolenta vomitando espumarajos verdes por la boca (bueno, puede que los efectos no sean literales, pero que el japonés no iba a estar en condiciones de comerse un okonomiyaki, por esta que son cruces)?

Si a esto le añadimos que el doctor Arata es ya un científico retirado, es obvio el motivo de su experimento: Salir en los medios y ligarse a alguna de sus alumnas que cuando riera se pondría la mano delante de la cara para que nadie lo viera.

Siento destrozaros las ilusiones de un mundo mucho más bonito y más limpio. Yo es que no soy ningún creyente.

lunes, 3 de marzo de 2008

Imitad a Pla

Aparecido en El País muchachos.

"No sé lo que es el amor. Me he enamorado de un paisaje, una ciudad, pero tratándose de los seres humanos tengo una idea bastante contraria", partiendo de esta premisa es fácil comprender que Pla describiese los paisajes como nadie, los amaba. Su narrativa directa, impregnada de realismo poético tenía el fin de ser inteligible, llegar a la gente más sencilla buscando el adjetivo preciso. El adjetivo es algo demasiado serio, adjetivar en exceso puede causar la misma sensación que que viene el lobo. Pla mantuvo esa búsqueda en más de 30.000 páginas que aportó a la literatura.

Fue un 8 de marzo de hace 90 años cuando el periodista comenzó a escribir El quadern gris, un diario que reúne las condiciones necesarias para ser publicado en formato blog. De ahí que la Fundació Josep Pla para conmemorar el aniversario de la obra estrene el blog de El quadern gris. Una bitácora que respetará escrupulosamente las fechas de publicación de los post con las que Pla establece en su libro. Por lo que la duración del blog será del 8 de marzo, primera anotación de Pla, al 15 de noviembre, último día de la novela.

El quadern gris, el diario que relata las vivencias de Pla en su último curso en la Universidad ha sido quizás su obra más emblemática, la que más calado ha tenido entre aquellas personas a las que iba dirigido, la gente más sencilla. El mérito de la obra es que Pla lo escribe haciendo examen de memoria, no es un diario que nace del día a día como cualquier diario al uso. El quadern gris nace de los recuerdos de Pla, de ahí la inexactitud de algunas fechas que menciona. Quizás como el mismo decía lo más profundo que tiene el hombre es su superficie, de ahí que un dietario no necesite la retroalimentación diaria de uno mismo, la profundidad según el periodista nunca se alcanza.

jueves, 14 de febrero de 2008

Haikus de apertura

Algunos haikus para empezar. Primero con un gran reserva, un Kerouac:

Moe Tse Tung ha tomado
demasiadas setas sagradas
De Siberia en otoño.
Mao Tse Tung has taken
too many Siberia sacred
Mushrooms in Autumm.

Y un par de haikus (libres) cosecheros:

Cabeza de Bejar,
dentro del bar la chimenea
huele a humo.
¿Qué hacer? dice Vladimir
No lo sé, responde Boabdil.
La niebla sube,
la ciudad amanece.