jueves, 29 de mayo de 2008

Immer das selbe wenn man auseinandergeht

Sí, queridos y espontáneos (Larrake dixit) lectores de La Teta, he vuelto. Otra vez. Más o menos la decimocuarta, aunque debo reconocer que la interrupción de la tan interesante serie de “El Quinientoseurismo” se debió a factores totalmente ajenos a mi persona, tales como calificar a un oligofrénico por parte de algún licenciado como “El tonto del pueblo”. Porque será el tonto del pueblo, pero es “nuestro” tonto, porque vive más o menos cerca de mí, una reacción propia de hombres recios y con bigote, tostados al sol de la meseta. Algo muy español, para entendernos. El caso es que sin quererlo me fui dejando y dejando hasta perder la sensibilidad en los dedos, esa sensibilidad que me permitía atrapar las intensas emociones que precipitaban tras la ingesta de litros de Hefe-Weizen, y retenerla en mis yemas para luego darla a conocer al mundo, y que fue sustituida por el frío maquinismo del ingeniero que calcula datos y datos con hojas de Excel para encontrar la energía desprendida en forma de calor de un reactor, y terminar llegando al lugar de salida. El eterno retorno, o la máquina esta de almacenamiento de hidrógeno no funciona ni a hostias.

Después de mucho leer y poco escribir, todo lo que tenía dentro, enquistado entre células mucosas y plasma sanguíneo, es decir, mis ideas, tenía que explotar de alguna manera, y dando gracias de que no salpique. Por eso pretendo mantener un ritmo más o menos lento de publicación, pero ritmo al fin y al cabo, porque vomitar párrafos y párrafos sobre, qué se yo, el castúo, sí, se oye, se escucha el estruendo, devasta varios años luz como una supernova, pero luego no se vuelve a oir, colapsa sobre sí mismo, para acabar formando un terrible agujero negro internáutico donde los comentarios quedan pegados literalmente a su superficie, sin posibilidad de salir (dado que los comentarios vienen siendo información, y más allá del horizonte de sucesos ya no escapa nada, ni la luz). Publicaré cuando me de la gana, poniendo el acento en las corcheas que alegremente salgan de mi entrepierna, que es más o menos como en La Consagración de la Primavera: ahí no te encontrarás a un gitano dando palmas porque no hay forma humana de predecir por dónde va el ritmo, pero es continuo, fluye, fluye como aguas fecales camino de un sedimentador (no os quejaréis de las metáforas tan guapas que estoy escribiendo).

Por todo ello, y un poco lo demás allá, me doy la bienvenida al blog, y a continuación paso a contaros una cosa:

Reunidos aquí los presentes en este solemne acto, pasamos a despedir a nuestro antiguo dominio, ya difunto, Las divagaciones de B*s*l** en el B*ls*ll*, y encomendamos sus uerreeles a nuestro Señor Webomat quien ya lo ha acogido en su seno, el Paraíso de los Dominios. A continuación, y extraído directamente del Libro Santo de Webomat, el Libro de los enlaces al Amazon, entonamos todos juntos la siguiente oración, traducida aproximadamente por quien esto escribe:

SIEMPRE IGUAL CUANDO SE SEPARA

Oh, ¡hombres! Sí que soy feliz. Por fin tengo el coche de mis sueños: Un Citroen Berlingo. Sí, lo sé, nadie lo entenderá. Pero eso me da igual. Así es cuando uno es feliz. Entonces todo le da igual a uno. Mi abuela murió ayer. Da igual. Mi perro ha perdido una pata. Da igual. Mi mujer me ha abandonado. Da igual. Solo hay algo que me irrita. Ella se ha llevado todos mis discos de The Cure. Y la pata de mi perro. Normal que ahora también esté un poco enfadado.

martes, 27 de mayo de 2008

El doctor Arata salva al mundo

En la entrada anterior, como la hice deprisa y corriendo, se me olvidó acompañarla con las bellas fotos con que suelo decorar mis escritos. Aquí va una, y además en exclusiva.



El doctor Arata, o uno que se le parece mucho, demostrando la fusión fría: "...y cuando Mao se come las setas de Siberia...etooo...sube la temperatura...etoo...y sale como el kame-kamejaarr...es fusión"



La alumna aventajada del doctor, o una que se le parece mucho: "yo es que estudio medicina, ¿sabes? y las mujeres tenemos una hormona que metaboliza el alcohol... ¿que esto va de física?... a mí también me gusta la física... ¿en el pelo, eso blanco? no sé lo que es, jijiji..."

lunes, 26 de mayo de 2008

Hoy ha estallado la paz en el mundo

Menéame es un buen lugar de promoción de noticias, que escapa de la censura arbitraria mediante la “mano invisible” (¿otra vez Adam Smith?) de los usuarios. Lo malo de esto es que se les acaban colando noticias que por su especificidad requerirían de alguien con conocimientos para aprobarlas o rechazarlas. Es decir, que los que impulsivamente “menean” cualquier noticia sobre la paz en el mundo sabrán cuál es la capital de Canadá, o las diferencias entre maoísmo y trotskismo, pero brother, de lo que viene siendo la ciencia en general, ni puta idea.

Me he encontrado leyendo la portada con que un japonés ha realizado un experimento demostrando la fusión fría. De ser esto cierto, chicos, deberíamos ir a destrozar ahora mismo los huertos solares que tanto afean los terrenitos de los terratenientes castellanos, y tirar al suelo los molinos de viento asesinos de pájaros, y cerrar las centrales nucleares que impiden que seamos un 100% dependientes del petróleo extranjero. La fusión fría significaría que con un equipo científico similar al que teníamos en el cole podemos extraer cientos de miles de kilowatios. Los problemas de la humanidad solucionados mediante una botellita mágica.

Para ir aclarando conceptos: La investigación de la fusión fría es una pseudos-ciencia. Ya en el año 89, a unos reputados científicos como Fleischman y Pons se les hizo el vacío por inventarse una tontería. Para conseguir energía de fusión, que es la reacción nuclear (¡nuclear!, que no química) que ocurre en las estrellas, necesitamos vencer las interacciones nucleares fuertes entre núcleos de átomos: primero arrancar el molesto electrón de la corteza, y luego elevar la temperatura a varios millones de grados Celsius para que los protones y neutrones se fusionen creando nuevos elementos.

La demostración del doctor Arata no dista mucho de los rituales de la tribu de las ranas verdes para convertirse en algún animal, o ya más cercano, del ritual de brujería del obispo de Murcia invocando a Dios para que haga llover. El hombre va y mete deuterio (un átomo de hidrógeno que tiene, además del protón, un neutrón en su núcleo) a alta presión en un cubo en el que hay no se qué, y la temperatura aumenta a 70 ºC (suponiendo que están a temperatura ambiente, 21 ºC, ha logrado un aumento de 49 ºC) y dice que es debido no solo a la reacción química, sino a la nuclear. Espera que voy a ver si me lo creo. ¿Dónde queda el Helio que se tendría que formar al fusionar átomos de hidrógeno o deuterio? ¿Y la radiación en forma de neutrones cómo es que no ha convertido al doctor y a la gente que estaba con él en una masa sanguinolenta vomitando espumarajos verdes por la boca (bueno, puede que los efectos no sean literales, pero que el japonés no iba a estar en condiciones de comerse un okonomiyaki, por esta que son cruces)?

Si a esto le añadimos que el doctor Arata es ya un científico retirado, es obvio el motivo de su experimento: Salir en los medios y ligarse a alguna de sus alumnas que cuando riera se pondría la mano delante de la cara para que nadie lo viera.

Siento destrozaros las ilusiones de un mundo mucho más bonito y más limpio. Yo es que no soy ningún creyente.